la meta se logro |
Bueno antes de iniciar con este capitulo, que si, tardo mucho, pero como consuelo es el mas largo hasta ahora, creo que lo mejor es hablar un poco sobre el movimiento del fandom de Hey arnold los pasados meses
y es que por fin paso algo que muchos fans (incluido yo ya creíamos imposible) si han leido hasta ahora este fan fic u otros similares, saben que lo hago por que la serie nunca tubo un final, a pesar de tener una película planeada.
El fandom lucho por muchos años, al igual que el creador de la serie Craig Bartlett para realizar la así llamada "Película de la Jungla" pues bien, después de años, Craig logro convencer a Nickelodeon de hacer el proyecto, de traer de vuelta a Hey! Arnold y terminar la historia por medio de dos películas para televisión. la imagen que encabeza esta enterada no es un fanart si no parte del anuncio oficial de Craig y Nickelodeon
no puedo describir lo feliz que estoy por la noticia, saber que el apoyo que por años los fans le dieron a Craig y que el trabajo de este no fue en vano es un sentimiento genial, y me gusta celebrarlo
Este FanFic era mi forma de darle un final a la historia, ahora la historia tendrá el final que debería tener, pero eso no significa que mi fanfic deje de hacerse, solo que ahora tengo un limite de tiempo para acabarlo
espero lo disfruten como yo disfruto escribirlo, me gusta decir que poco a poco me acerco al clímax de mi historia
¡GRACIAS CRAIG, GRACIS NICKELODEON Y GRACIAS A TODOS LOS FANS DE HEY ARNOLD!
Capítulo
13
Juntos
-…Bueno… Si Arnold, me gustas.
Me gustas mucho... yo…
-¡Oh por dios!.. Helga… yo… no
sé qué decir… Todo este tiempo, ya sabes, te dedicabas a molestarme… ¿Si te
gusto porque hacías eso?
-Pues… creo que lo hacía por
eso, no sabía que más hacer para llamar tu atención… Yo, enserio lamento todo
lo que te he hecho… solo… ¡Ahggg! ¡¿Por qué tenía que pasar esto justo ahora?!
-Yo bueno…- Arnold estaba más
que anonadado, y no tenía la menor idea de cómo se suponía que debía
reaccionar, a esa revelación. Helga siempre habías sido una amiga que a la vez
representaba una especia de enemigo para él, siempre molestando y agobiando,
aunque había estado ahí en algunos buenos y malos momentos. Ahora más que nunca
había descubierto la buena persona que podía llegar a ser, pero ¿Sentía algo
por ella? ¿Correspondía en alguna manera?- Yo… Helga…
-Arnold espera, yo sé que tal
vez esto no sea fácil, ni para ti ni para mí, y la verdad por mucho tiempo no
había nada qué más quisiera hacer que decírtelo, pero ahora mismo, tal vez
tengamos preocupaciones más grabes, podríamos… dejar esta charla para más
adelante…- Helga no tenía idea de cómo podían sair de esa situación, varados en
medio de la jungla sin ninguna ayuda, pero prefería pensar en eso, que en
continuar “la charla” que se había dado sin que ella pudiera planear o
controlar nada, de repente su más grande deseo de confesarse a Arnold había
ocurrido, pero en el momento menos oportuno, tenía que encontrar la forma de
cambiar el tema de la conversación, para poder retomar las riendas de lo que ocurría,
decidió concentrarse en el problema inmediato dela supervivencia, aunque era
plenamente consciente, de que ya nada sería igual para ella y Arnold, para bien
o para mal.- Digo, ya sabes, perdidos, y todo lo demás…
-Si… creó que tienes razón…
yo… si…- Arnold agradeció poder cambiar de tema, pues estaba tremendamente
impactado y no sabía que más hacer o decir, al menos concentrarse en salir
adelante, parecía algo inmediatamente… menos complejo.
-Bueno… ¿Cuantos kilómetros
crees que nos alejamos del resto?
-No sabría decirlo, pero no
creo que fueran pocos, la corriente nos arrastró mucho tiempo, y era rápida,
además pasamos más de una bifurcación, no creo que puedan rastrearnos
fácilmente. De todas maneras, lo mejor que podemos hacer es ir rio arriba, y
esperar que ellos no se alejen demasiado de donde nos separamos.
-Tienes razón Arnold, creo que
es mejor que nos pongamos en marcha.
De esa manera ambos comenzaron
a caminar, concentrados en intentar encontrar a sus compañeros de viaje, o al
menos fingían estar concentrados, pues ambos sabían muy bien en que pensaba el
otro, y no era en enfrentarse a la jungla.
…
-Muy bien Abuelo, ya pasaron
días, y no hemos llegado a ninguna parte ¿Al menos tiene idea de a dónde vamos?
-Por supuesto que no Pataki, jamás
he estado en este lugar, y no tengo la menor idea de hacia dónde vamos, o donde
estamos.
-¡¿Qué!? ¡Maldita sea abuelo!
Solo hemos estado perdiendo el tiempo con usted.
-¿Tienes alguna mejor idea
Pataki? No tenemos idea de que dirección tomaron, o que tan profundo han
llegado ya, lo único que podemos hacer realmente es tomar línea recta e ir tan
profundo como nosotros podamos.
A regañadientes, Big Bob tuvo
que aceptar que en eso, el abuelo tenía razón, y siguieron a delante, introduciéndose
cada vez más en el interior de la jungla. El grupo de ciudadanos de Hillwood,
avanzaba a paso seguro, pero temerosos, eras suficientemente numerosos como
para alejar a los depredadores por no mencionar el enorme todo terreno sobre el
que iban, pero uno nunca podía estar seguro, y podía haber peligros en cualquier
rincón, bajo cualquier roca o sobre cualquier árbol.
El vehículo militar que había
conseguido Big Bob recordaba mucho a un Jeep, con todo lo que esto conllevaba,
como una excelente potencia, pero a la vez un aparatoso tamaño que les impedía
ir por los lugares más enrevesados de la selva, obligándoles a avanzar siempre
por donde había más espació. Ese improvisado camino les hizo llegar al cabo de
un tempo a algo que bien podría llamarse un claro, aunque la vegetación seguí
siendo increíblemente densa, al menos permitía al vehículo circular de manera más
libre que en otras zonas de la jungla.
-No lo sé Phil, tengo el presentimiento
de que los chicos habrían ido por zonas de vegetación más densa.- comento el
Sr. Jhohansen.
-Yo también lo creó, pero no
podemos adentrarnos a esas zonas con el vehículo, y he de decir que nos es
útil, con motor les acortaremos camino, pues ya no llevan varios días de
ventaja.- Le contesto el abuelo.
-Si quieren sobrevivir deberán
ir por terrenos libres, donde depredadores no puedan asecharlos.- agrego Big
Bob.
Pero el padre de Gerald seguía
preocupado, por lo que no dudo en agregar más inquietudes sobre la estrategia
que estaban siguiendo.
-Tal vez, pero ellos quieren llegar
a un punto específico, un punto que por lo que dice Phil no ha sido descubierto
antes, por tanto no puede estar en un área abierta.
El Sr. Hyung que estaba
observando en silencio decidió intervenir para comentar un poco de su
experiencia personal.
-Arnold y los demás niños
están buscando a una tribu ¿no es así? Bueno si esta de verdad existe su aldea
o donde vivan no debe ser muy diferente a algunas de las aldeas de Vietnam, las
más ocultas al menos. Por más oculta que este la gente necesita agua, debe
estar cerca de un cauce de agua, yo creo que deberíamos seguir los ríos que
encontremos
.
El abuelo se quedó pensando
por un momento en lo que intentaba discernir que es lo mejor que podían hacer.
Al mismo tiempo se puso a observar el entorno a su alrededor, hacia el este del
claro comenzaba una colina, fue lo que dio al abuelo una idea.
-Ven esa colina de por allá.-
Le dijo al grupo mientras apuntaba con la mano.- Bueno creo que si la subimos
podremos tener un panorama general del lugar y podamos decidir en qué dirección
ir.
Todos parecieron estar de acuerdo
con ese plan y se apresuraron a regresar al vehículo y ponerse en marcha hacia
la colina. Aunque parecía que la mencionada colina estaba cerca, la realidad
fue otra, el camino para llegar a la falda del cerro fue largo, y comenzar a
subirlo tampoco fue fácil, era necesaria toda la tracción del vehiculo. En un
punto durante el trayecto la noche empezaba a caer sobre el grupo y pronto fue
necesario encender las luces del todo terreno.
El camino mientras subían se hacía
cada vez más denso en vegetación, lo que sumado a la negrura de la noche hacia
que el manto de oscuridad fuera un ambiente abrumador solo aliviado por los
faros del automóvil. El ronroneo del motor y el ruido de los neumáticos sobre
ramas y rocas era la única fuente de sonido que los rodeaba.
Finalmente, cuando la noche ya
estaba completamente sobre ellos, llegaron al puerto del cerro, donde
detuvieron el auto para examinar su situación. El abuelo se puso a observar a
su alrededor, aunque bien eso era bastante difícil de hacer dada la obscuridad.
Finalmente dijo:
-bueno creo que nos falló el
plan, en el sentido de que no podemos ver absolutamente nada aunque llegamos a
la sima. Tendremos que esperar a que amanezca.
-Tiene razón abuelo, lo mejor
será montar campamento cerca de aquí.- Comento Ernie.
-Bueno en ese casó busquemos
un lugar cercano donde podamos levantar campamento, la verdad no me gusta nada
tener que quedarme por aquí, es un lugar algo siniestro.- agrego BigBob.
-Bien, bien, continuemos por
un rato, andando a lo largo del puerto, busquemos donde podamos levantar
tiendas. Y al amanecer regresaremos a este punto para poder trazar el plan.- Respondió
Phil.
Dicho eso, todos regresaron al
vehículo y comenzaron a avanzar lentamente por la cima del monte. Solo
avanzaron poco camino, pero solo en eso ya había caído la noche por completo, y
la visibilidad de los faros no era mucha, no le dieron importancia, solo
buscaban un claro donde poder acampar hasta el amanecer. Tal vez por esta
razón, sumada al cansancio que cargaban sobre ellos, es que no notaron como
estaba cambiando la consistencia del suelo por el que movían el vehículo.
Estaban por descubrir lo traicionera que puede ser la jungla, cuando menos se
lo imaginan.
La selva es húmeda por naturaleza,
y esta humedad no solo está en el aire, transpira en el suelo, que junto a la
tierra, ramas y hojas en descomposición puede formar un lodo extremadamente
resbaladizo, tan resbaladizo que aun el mejor vehículo cuatro por cuatro es
incapaz de generar suficiente fricción. Un vehículo sin tracción hace que el
conductor pierda rápidamente el control del mismo, toneladas de metal sin
control ahora se encuentran en caída por la falda del monte. Pasajeros se
encuentras gritando a todo pulmón mientras que la velocidad del vehículo que se
desliza cuesta abajo va en aumento. Pronto la vegetación se hace más densa, por
lo que la pregunta ya no es cuando se detendrán, si no cuando impactaran contra
un árbol. El abuelo Phil trata de recobrar el control, pero es difícil, el
suelo ya es estable, pero han adquirido demasiada velocidad, maniobrar se
presenta como un reto imposible de cumplir. La vegetación más densa cada vez
hace que el vehículo golpe por los costados, tambaleando la nave, solo cuestión
de tiempo para un impacto frontal.
Pero sin que los pasajeros
pudieran siquiera pensar ya en una posibilidad alterna al impacto, el vehículo
encuentra otro obstáculo, una roca sobresale del suelo, no es lo
suficientemente grande para que chocar, el todo terreno la sobrepasa, con un
costo, la roca raspa con todo el fondo del vehículo, e escucha un estruendoso
chasquido metálico. Los neumáticos se pinchan, pero más importante aún, el je
delantero se parte justo por la mitad. El todo terreno cae al suelo con gran
fuerza, los pasajeros sienten el golpe por debajo de ellos, aun no entienden
que es lo que ha pasado, sin embargo comienzan a perder velocidad, al tiempo
que el todo terreno comienza a ladearse.
No muy lejos phil, logra ver
luz justo en la dirección por la que el vehículo se desliza, una luz
centelleante, rojiza y bailarina ¿Fuego? ¿Una Fogata? ¡¿Gente?! Por fortuna
comenzaron aperder la velocidad antes de que el auto se ladera, ahora este se
volte, y comienzan a girar cuesta abajo, justo antes de llegar a la base, las bolsas
de aire y los cinturones de seguridad hacen su trabajo y salvo algunos
moretones que dolerán por semanas permanecerán ilesos cuando al fin se
detengan.
El Sr. Simmons, el director
Wartz y el Dr. Castro habían levantado su campamento al anochecer, y habían
preparado una fogata, para calentar algunos de los suministros que aún les
quedaban, tenían días buscando al grupo perdido de niños, y no había rastro de
ellos. La comida se agotaba, y los ánimos de Simmons decaían cada día más. Esa
noche en especifica está a punto de perder la esperanzad, Wartz no ayudaba, era
un completo fatalista, que siempre estaba pensando en la peor resolución
posible, el Dr. Castro se portaba amable, y mostraba interés en encontrar a los
niños y sabia moverse dentro de la jungla, pero a pesar de eso no habían
logrado absolutamente ningún avance.
No hablaron mucho durante la
cena, y rápidamente se fueron a dormir, al menos Wartz y Castro lo hicieron,
Simmons se quedó fuera de su casa de campaña observando la fogata, el bailar de
las llamas lo reconfortaba un poco. Y lo necesitaba, pues constantemente
invadían su mente pensamientos sobre los niños que se encontraban perdidos,
eran su responsabilidad… y era su culpa, él había propiciado todo para que el
viaje tuviera lugar, no vio venir el resultado y se culpaba por ello. Tenía ya
cerca de una hora sentado frente al fuego, cuando escucho un sonido, algo se
movía entre la jungla, algo muy grande por el ruido que hacía, se escuchaba
como rompía ramas, y movía los arboles a su paso. No tardo en encontrar la
dirección de la que provenía el sonido, habían acampado a la falda de un monte,
y era claro que algo estaba cayendo por ahí, y se acercaba cada vez más, fue a
despertar a los demás, pero estos ya estaban saliendo de las tiendas de
campaña, pues el sonido los había despertado.
Al poco tiempo el vehículo
todo terreno, ampliamente dañado cayó con fuerza a solo unos metros de donde
los docentes se encontraban. Los tres se acercaron lentamente al humeante
montón de metal que acaba de aparecer frente a ellos, Castro fue el primer de
ellos que hablo.
-¡Pero qué demonios es
esto!...
Pero Simmons lo interrumpió al
instante.
-¡Espere! ¡Los conozco! ¡Son
padres, padres de los niños desaparecidos!
-¿Simmons? ¿Es usted? Demonios
esa caída fue más larga que los años que tengo encima- Respondió el abuelo al
tiempo que intentaba salir del automóvil que estaba boca abajo- Bendito sea el
que invento el sistema de seguridad de esta máquina ¿Están todos bien?
Voces quejosas pero
afirmativas salieron del vehículo, y poco a poco todos los pasajeros salieron
de él, estaban lastimados, raspones y moretones por todo el cuerpo, pero
milagrosamente ilesos.
Pero antes de que todos
pudieran siquiera reaccionar a la situación o al propio milagro de su salvación
Big Bob se abalanzó sobre Simmons.
-¡Wartz, Simmons! ¡Gusanos
incompetentes!
El señor Jhohansen y phil
trataron de sujetar a Big Bob de los brazos, y apartarlo del maestro que
claramente no era rival para Pataki, lo lograron pero ya había propiciado un
buen golpe en el rostro a Simmons.
-¡Maldita sea, déjenme
goleparlos! ¡Es por su maldita cula pque estamos en esto!
Vociferaba Pataki al mismo
tiempo que soltaba todas las groserías conocidas por el hombre.
-Yo… entiendo que estén
enfadados, y tienen razón es mi culpa que esto pasara, los niños eran mi
responsabilidad.- contestaba Simmons, aunque las palabras apenas lograban salir
de su boca, llena de vergüenza y culpa.
Phil, se interpuso entre los
dos grupos de personas con las manos extendidas para separarlos y tratar de
calmar los ánimos.
-Bueno, bueno, ya no tiene
caso buscar culpables, el punto es que los chicos están aquí, en algún lugar de
esta jungla. Nosotros también lo estamos, y es fundamental que los encontremos,
sus vidas peligran en cada momento en que peleamos entre nosotros.
-Claro que no quieres buscar
culpables abuelo, es tu mocoso el que metio a los demás en esta selva.
-Je je, tal vez tengas razón
en eso Pataki, pero la verdad es que no hace ninguna diferencia, ellos están en
algún lado de esta jungla, y depende de nosotros encontrarlos.
-¡Hola! Yo soy el Dr. Castro,
soy profesor en la universidad de San Lorenzo, y en este momento me encurto
ayudando al Sr. Simmons y al Sr. Wartz, como guía dentro de la selva.
-¿Sabe usted donde están los
chicos?-Pregunto el Sr. Jhohansen.
-Me temo que no, pero tengo he
viajado antes por la jungla y los profesores me solicitaron ayuda para poder
moverse con más seguridad dentro de ella, aunque he de decir que no conozco los
puntos más recónditos de la misma, déjenme decirles que entre más profundo se
encuentra uno, mas es como un laberinto.
-Entonces no es muy útil que
digamos ¿Cierto?- Respondió Pataki altaneramente
-Bueno, el chico Rubio, de la
cabeza extraña, es el líder de esa peligros expedición que decidieron dar los
niños ¿Cierto?
-Bueno, si respondió Phil.
-Pues si no me equivoco él
debe estar buscando a los Ojos verdes.
-¿Cómo sabe eso?
-El chico se presentó en mi
oficina hace días, buscando a Eduardo, un antiguo miembro de la universidad,
Eduardo ya no está ahí, pero mientras estuvo el estudiaba a la gente los ojos
verdes, estaba convencido de que la gente de los ojos verdes seguía existiendo
en algún lugar de esta jungla, una idea descabellada si me lo pregunta a mí.
Además no soy ningún tonto sin duda es el hijo de esos amigos que tenía
Eduardo, Miles y Estela.
El abuelo se quedó sorprendido
de que el Dr. Caro pudiera haber deducido toda esa información solo con haber
visto a Arnold una vez, tal vez no era el simple doctorchuso que Pataki creía.
Simmons también estaba algo sorprendido, El abuelo imagino que Simmons tampoco
conocía que Castro supiera toda esa información.
-Bien supongo que lo mejor que
podemos hacer es unir esfuerzos en la búsqueda, nuestro vehicula ya está
estropeado y necesitaremos toda la ayuda posible ahora que no lo tenemos.-Respondió
Phil.
-Me parece una excelente
idea.- Contesto el Sr. Simmons.
-Muy bien.- Acepto a
regañadientes Big Bob.
-Bueno si todos estamos de
acuerdo, creo que es mejor levantar campamento y continuar por la mañana, Como
dice el Dr, Catro, los niños deben estar buscando a los Ojos verdes. Así que
creo que lo mejor que podemos hacer es ir antiguos asentamientos de la tribu, y
ver si hay alguna pista de ellos. ¿Me quivoco Dr. Catro al pensar que usted
debe conocer algunos sitios arqueológicos de la gente de los ojos verdes?
-Para nada, visitar ruinas es
justamente lo que Simmons, Wartz y yo hemos estado haciendo, aunque sin mucha
suerte hasta el momento.
-Bueno, pues esperemos que la
suerte mejores en los próximos sitios, es lo mejor que tenemos de momento.
Ya con todo dicho, el grupo de
Phil comenzó a armar su campamento para poder continuar por la mañana.
…
Eugine abrió los ojos, muy
lentamente, le costaba acostumbrarse a la luz, aunque no había demasiada, Se
incorporó, estaba en algún lugar de poco espacio, parecía una especie de choza,
aunque sin techo, en el centro había una fogata, la única fuente de la limitaba
luz a la que tanto le costaba acostumbrarse.
Noto que sus compañeros de
clase estaban también en ese lugar, algunos, tal como él están recién
despertando, otros parecían seguía profundamente dormidos. La persona despierta
más cercana a él era Rhonda.
-¿Dónde estamos?- Le pregunto
Eugine
-No lo sé, acabo de despertar,
lo último que recuerdo es estar acampando, cuando unas personas nos emboscaron,
creo que nos durmieron con alguna especie de somnífero, mira hay marcas en
nuestro cuellos, deben ser de dardos.- Le contesto Rhonda que se veía bastante
afectada por estos sucesos, Eugine noto la marca en el cuello de Rhonda, y se
percató de que el mismo sentía un picor en su cuello, parecido al piquete de un
mosquito.
-Ya recuerdo, la emboscada,
esa gente… sus pendientes… ¿Eran los Ojos Verdes? ¿No son las personas que
busca Arnold?
-Eso creo, esperaba que las
personas que Arnold buscara fueran más civilizadas que esto.- Agrego Rhonda.
En ese momento Sid que había
despertado ya se unió a la conversación.
-¿para que creen que nos
capturaron? ¿Querrán matarnos? ¿O lanzarnos alguna especie de malvado
maleficio?
-Creo que de querer matarnos
lo habrían hecho ya ¿No creen?- Le respondió Nadine que también estaba ya
despierta.
-Pues al menos deberían tener
la decencia de explicarnos que quieren- Agrego Rhonda con aires de estar muy
ofendida.
Pronto habían despertado ya
todos los miembros del grupo, y la clase de la pública ciento dieciocho pronto
se enfrasco en una gran discusión sobre que podrían querer la gente de los ojos
verdes de ellos. Debieron hacer mucho escándalo, pues no tardo en oírse ruido
fuera del recinto donde los tenían, seguramente se habían percatado de que
estaban ya despiertos.
Los chicos escuchaban voces,
aunque no podían saber que estaban diciendo, pues hablaban en otro idioma,
probablemente uno antiguo olvidado ya por el mundo.
Al poco tiempo la puerta de la
choza donde estaban se abrió, y en el portal aparecieron 5 personas. Tres de
ellas eran de una tez morena, ojos oscuros y cabello negro, todos hombres, iban
vestidos con apenas poco más que unos tapa rabos, y algunas otras pieles,
tenían como era de esperece los pendientes de Jade colgando de sus orejas, sin
duda eran gente de los Ojos Verdes. Pero as otras dos personas eran distintas,
un hombre y una mujer ambos blancos, aunque bronceados por la vida en la
jungla, el hombre era rubio, y de una pronunciada barbilla, su ropa aunque
claramente hecha a mano, era más similar a la ropa que los chicos conocían,
pantaloncillos cortos y camisa, aunque fabricadados de pieles y hojas. La mujer
era cabello castaño, y con una cabeza de curiosa forma, casí como de balón de
futbol americano, al igual que el hombre su ropa era fabricada a mano. Y
hablaban en ingles.
-Ustedes, solo son niños
Estadounidenses además ¿Cierto?- Pregunto Miles.
-¿Cómo es que hay niños
americanos en este lugar? ¿Por qué están en la Jungla? ¿Dónde están sus
padres?- Pregunto Stella con notable preocupación.
-¡Oh por dios! ¡Oh por dios!
¡Ustedes… Ustedes deben ser los padres de Arnold! ¡¿Cierto?!- preguntaron casi
todos los chicos al mismo tiempo.
En ese momento los ojos de
Miles y Stella se iluminaron con una sorpresa difícil de describir.
Ya con lágrimas en los ojos
Stella se atrevió a preguntar.
-Ustedes… Ustedes… ¿Conocen a
Arnold? Ho dios mío… ¿Cómo es el? ¿Está bien? ¿Está aquí? ¿Cómo es que…- pero
el llanto ya no le permitió seguir formulando preguntas.
A su vez Miles parecía estar
en estado de Shock, e había echado al suelo, y no se podría decir si su rostro
mostraba extrema felicidad o, tristeza o temor.
El grupo entero permaneció en
silencio por un buen rato hasta que entre sollozos Miles y Stella tomaron la
palabra.
-Muy bien es obvio que algo
está sucediendo aquí ¿Cómo conocen a Arnold? ¿Y por qué están en la jungla?
-Bueno, Arnold es nuestro
compañero de clases, y vino a este lugar en un viaje especial de la escuela,
aunque claramente en tenía la verdadera intención de encontrarlos a usted, se
metió en la jungla a buscarlo, y nosotros nos metimos a buscarlo al.- dijo
Eugine.
-En lo que ahora parece una
clara muestra de juicio por nuestra parte.- Agrego Rhonda.
-¿Dicen que Arnold nos está
buscando? ¿Pero cómo supo dónde hacerlo? Por qué?... Oh dios mío, dios…-
Respondió Miles, al tiempo que Stella rompía llorar de nuevo- ¿Saben en qué
parte de la jungla esta? Tenemos que buscarlo, la jungla es peligrosa… no solo
están los animales salvajes… ¿Quién más sabe que están aquí? ¿Alguien en la
ciudad de San Lorenzo lo sabe? Gracias a dios que los ojos Verdes los trajeron
aquí, aquí estarán a salvo.
-¿A salvo de que exactamente?
¿Qué sucede?- Pregunto Harold
-a Salvo de La Sombra, y de
sus hombres. Supongo que les debemos una explicación… y a Arnold cuando lo
encontremos, mientras vengan con nosotros, serán los primeros extraños desde
nosotros en ver la ciudad perdida de Xoukitekpatl
…
Para Arnold y Helga que
ignoraban por completo lo que ocurría en otros puntos de la jungla, había sido
una noche difícil, habían perdido sus mochilas en el rio, no tenían la casa de
campaña ni los sacos de dormir, mucho menos alimento. Por fortuna los dos
habían aprendido ya algunas cosas gracias a Eduardo. Habían logrado prender una
fogata, y encontrado algunas frutas que comer. Sin embargo pasar la noche en el
suelo fue incomodo, no tenían idea de cómo armar un refugio. El fuego alejo a
los animales salvajes, pero estaban lejos de pasarla bien.
Al legar la mañana no habían
dormido bien, seguían cansados y temerosos, y para el colmo incomodos entre
ellos. Habían decidido aplazar el conversar sobre la confesión de Helga, pero
ese conocimiento pesaba sobre ellos en todo momento y afectaba el cómo se
desenvolvían. Helga extrañaba especialmente a Phoebe y Lila, con quienes
necesitaba hablar desesperadamente y pedir consejo, lo propio pasaba con Arnold
sobre Gerald.
Pronto descubrieron que su
plan de seguir el río arriba no era tan posible como había creído, el río
serpenteaba mucho, y pasaba por varios escarpes. No tardaron en entender que
tendrían que abandonar ese plan. Su siguiente opción lógica, consistía en ir al
punto más alto posible, y de ahí bajar hacia el lugar donde era más posible que
estuviera el grupo, un plan similar al que habían tenido ciertos adultos en un
auto.
Subir a pie era una tarea
bastante difícil, pero era la única opción que les quedaba, el día anterior
apenas habían conseguido subir un trecho corto, y ahora parecía que sería aún
más difícil.
-¿Cuánto crees que nos tomara
llegar a la cima Arnold?
-No lo sé, la verdad es que
preferiría no subir, pero no tengo idea de que otra cosa podamos hacer.
-Si… yo tampoco, ya tiene más
de un día desde que nos separamos del grupo, quien sabe cuánto se han movido ya
ellos también.
-Lo sé, pero ellos también
iban río arriba, lo mejor es in lo más posible en esa dirección, y dado que no
podemos seguir el río, subir para no perderlo de vista e ir en su dirección es
lo único que podemos hacer.
Sus conversaciones solo
giraban alrededor de esos temas, desde el día anterior, habían evitado
conscientemente cualquier conversación de índole personal, ya estaban lo
suficientemente incomodos.
Ya casi caía la tarde cuando
llegaron a un nuevo obstáculo en su camino, uno por que no se habían imaginado
siquiera. La colina que se encontraban subiendo llegaba a un gran barranco,
imposible de cruzar rodeando. Al parecer gente años atrás había tenido antes
ese problema, pues cruzando el barranco había un largo puente colgante de
madera.
El puente era estrecho, pero
muy largo, apenas se alcanzaba a ver el otro extremo, debía tener años sin
usarcé, la cuerda que parecía de cuero estaba endurecida por el paso del tiempo
y de los elementos, la madera resquebrajada y en algunas partes parecía
podrida.
-No… Estarás pensando que lo
crucemos ¿O sí?
-No… no lo sé, no se ve
seguro, pero no me parece que haya otra forma.
-Ah no, no gracias, estás loco
si crees que cruzare el puente de la muerte en medio de ningún lugar.
-Bueno me gustaría escuchar alternativas
-Bueno, pues podríamos… Está
bien no parece haber alternativas.- Decía Helga con cara de resignación a la
vez que miraba hacia el derruido puente colgante que tenían enfrente.
Arnold no pudo evitar sentirse
mal, esperaba que Helga se rehusara rotundamente, y que eso les obligara a
buscar otra forma, por más imposible que fuera.
No era alguien que
acostumbrara tener vértigo, o miedo a las alturas, pero eso es algo que puede
desarrollarse cuando cruzas un barrando de cientos de metros en un punto hecho
de madera vieja y cuerdas deshilachadas que parecía haber sido abandonado hace
décadas. El solo mirar hacia abajo hacia que los niños se sintieran llenos de
pánico.
En un intento de olvidar lo
que estaban haciendo intentaron hablar entre ellos, pero el temor no les
permitió alejarse mucho de tema.
-¿En todo caso quien puso este
maldito puente aquí?- Pregunto Helga, falsamente enfadada, cuando en realidad
estaba muerta de miedo.
-No lo sé, tal vez la gente de
los ojos verdes.- Contesto pensativo
Arnold tratando de no mirar hacia abajo.
-Si fueron ellos, y si ellos
siguen vivos ¿No estaría en mejor estado el puente?
-Supongo que tienes razón, en
cuyo caso la verdad es que no se quien habría podido poner esto aquí. O porque
querría siquiera cruzar el barranco.
Los chicos siguieron
caminando, y hablando trivialidades (sin nunca acercarse si quiera a hablar
sobre la confesión), avanzaban muy lentamente, con el mayor cuidado de no dar
ningún paso en falso, vigilando las tablas de madera para no pisar nunca una
demasiado débil. Pero algunas cosas son impredecibles, a veces la madera parece
firme por fuera, pero por dentro ha sido ya consumida por las termitas, la
humedad y el simple paso del tiempo. Abecés las cuerdas están tan rígidas y han
perdido tanta flexibilidad que se vuelven quebradizas. Esto sumado a la presión
generada por las pisadas de dos niños, y la tensión que existe entre ambos
extremos, hace que justo la mitad del puente sea especialmente peligrosa. Los
dos viajeros no lo vieron venir en ningún momento, justo cuando se acercaban a
la mitad exacta del puente, Arnold piso el tablón más débil, y en cuestión de
segundos se inició una reacción en cadena, las demás tablas comenzaron
quebrarse, y la cuerda comenzó a romperse.
Arnold no tuvo tiempo de
reaccionar, sin percatarse si quiera había comenzado a caer. A tiempo que el
puente entero comenzaba a derrumbarse. Helga por otro lado tuvo algún reflejo
más rápido, o tal vez solo más suerte, se percató un poco antes y tuvo el
tiempo de hacerse de la cuerda que acababa de romperse. Logro tomar a Arnold
por el brazo, e impido que cayera al vacío.
Pero sus problemas estaban
lejos de acabar, ahora sujetos de la cuerda se dirigían hacia el otro extremo
del barranco, columpiándose con la débil cuerda, que amenazaba por volver a
romperse en cualquier momento al estar soportando el peso de los dos. Llegar al
otro extremo del barranco, les costó un impacto muy doloroso contra la pared de
roca, y un esfuerzo enorme para no soltarse una vez que chocaron, lograron
impactar primero con los pies y hacer un poco de resorte, de lo contrario,
habrían terminado con más que unos cuantos golpes, aunque no es que pudieran
alegrarse mucho en ese momento.
-¡Dios mío, Helga, me salvaste
la vida, si no me hubieras sujetado en el último monto, ahora mismo me habría
impactado contra el suelo! ¡Gracias!
-¡De nada Cabeza de Balón!
¡Pero no creo que podamos alegrarnos justo ahora, apenas puedo sostenerte, y
sujetar la cuerda a la vez, además creo que podría romperse en cualquier
segundo.
Arnold trato de sujetar alguna
saliente en la pared del barranco, pero era en vano, la roca era demasiado lisa
en ese lugar.
-Helga, en unos momentos
pesare demasiado y no podrás sujetarme, si lo intentas la cuerda se terminara
rompiendo y ambos caeremos… Suéltame, solo así al menos tu podrás salir de
esta- Decía Arnold haciendo todo el esfuerzo posible para no mostrar el temor
que sentía en ese momento.
-¡Estás Loco Arnold! ¡No voy a
soltarte!- Le grito en respuesta Helga
-Pero es mi culpa que este en
esta situación, si mueres será solo mi culpa, no puedo permitir que mueras.
-Arnoldo, siempre tan solemne,
eso es lo que más me gusta de ti.- Dijo Helga que por primera vez volvió a
mencionar el tema- Estas loco si crees que voy a dejar caer por un barranco al
chico que me gusta.
-¡Pero Helga!
-¡Pero nada! Hemos llegado
hasta aquí, y no nos vamos a rendir en este punto, no te soltare, encontraremos
la forma de salir de esta, y lo haremos juntos.
Arnold sonrió, y se sintió un
poco aliviado, debía admitir que le gustaba la forma en que Helga siempre hacia
frente a las situación, con pasión y energía.
-Está bien Helga, saldremos
juntos de esta…
Aunque el optimismo les duro
poco, pues en ese momento la cuerda volvió a romperse, y esta vez no había forma de sujetarse de nuevo, ambos
comenzaron a caer.
La caída era largo y los dos
se encontraban gritando por sus vidas, pensando que ya todo estaba perdido.
Cuándo cientos cuerdas surgieron alrededor de ellos, Arnold y Helga las tomaron
por mero instinto sin preguntarse siquiera de donde habían surgido. No fue
hasta estar bien sujetos y al notar que ya no caían, si no que se elevaban,
cuando voltearon hacia arriba a ver qué es lo que sujetaba las cuerdas.
Cientos de aves, sujetaban las
cuerdas, pericos, guacamaya y muchas más aves exóticas se encontraban sujetando
las cuerdas, debían ser muchísimas pues sujetaban el peso de los dos. Esta
escena tan bizarra dejo sorprendidos a ambos chicos que apenas daban crédito a
sus ojos. A pesar de todo Arnold noto algo todavía más extraño, ahí entre las
aves más exóticas del mundo había también algunas palomas, palomas comunes y
corrientes ¿Qué hacían palomas urbanas en medio de la jungla, acompañadas de
aves exóticas? Y como habían sido lo suficientemente inteligentes para
salvarlos.
Estas preguntas pronto se
vieron acompañadas de una más ¿A dónde los llevaban? Ya no estaban cayendo, y
esas aves les habían salvado la vida, pero ahora era claro que las llevaban a algún
lugar.
-Arnold ¿Qué demonios está
pasando?
-No lo sé Helga, pero creo que
pronto lo sabremos.
Esta impresión venia de que se
estaban acercando a la sima a la que antes querían llegar, la vegetación ahí
era alta, arboles gigantescos, y muy juntos entre ellos, sin duda era el
santuario perfecto para servir de hogar a todas esas aves.
En el centro de todos, había una
casa del árbol, no muy grande, apenas unos metros cuadrados, y muy improvisada,
solo una caja, con una ventana, y una base que hacía de balcón y cimiento para
la casa.
Las aves los dejaron justo en
la casa del árbol, y fueron a posarse a las ramas de los cientos de árboles del
lugar, ramas en donde ya había también miles y miles de otras aves.
Pronto una silueta se dejó ver
por la puerta de la caza, se acercaba, y pronto se mostró ante ellos, un hombre
en una vieja y derruida gabardina, con un forro de aviador en la cabeza, y una
enmarañada barba que denotaba que no se había afeitado en mucho tiempo.
-Es bueno verte de nuevo
Arnold.- Dijo el hombre.
-¡Hombre Paloma!... ¿Pero cómo?-
Respondió Arnold.
-¿El hombre Paloma? ¿El loco
que vivía en los techos del vecindario?- Dijo sorprendida Helga.
-¡Helga! Acaba de salvarnos la
vida, no creo que sea el momento de faltarle el respeto.
-Yo, bueno… Tienes razón, lo
siento.
-Hombre Paloma ¿Qué haces aquí?
-Bueno Arnold, aquí vine
cuando me fui del campamento, en este lugar las aves viven felices, sin las
molestias del hombre, y yo también lo hago, aquí solo hay naturaleza y puedo
cuidar de mis palomas y de muchas aves más.- Respondió calmadamente el Hombre
paloma.
-Sorprendente, encontraste un
santuario para ti y tus palomas, en San Lorenzo, nunca lo habría imaginado.- Respondió
Arnold admirado.
-Bueno a mí también me
sorprende encontrarte en este lugar, debo decir que tienes suerte de que mis
palomas te reconocieran, supongo que te salvaron de una caída muy larga.
-¿Cómo lo sabes?- le pregunto
Arnold.
-Bueno el puente se destruyó,
se puede ver desde la sima de este árbol, pero dime ¿Qué haces aquí?
-Estoy buscando a mis padres,
hace varios años su avión desapareció en
esta jungla, nunca se supo nada más de ellos, pero yo encontré un mapa, y creo
que la gente de los Ojos Verdes podrían saber dónde están o que pasó con ellos.
-¿La gente de los ojos verdes?
Eres un chico listo Arnold, la mayor parte del mundo cree que desaparecieron,
pero viviendo aquí sé que no es así, ellos habitan esta jungla y la conocen
mejor que nadie.
-¿Sabes dónde encontrarlos? Me
temo que me separe del grupo y ya no tengo el mapa conmigo.
-Lo lamento Arnold, son un
pueblo desconfiado, aun no confían en mí, no sé si algún día lo harán, me han
dejado habitar aquí con mis aves, porque no molesto a nadie, pero procuran no
ser vistos ni por mí ni por nadie. No sé exactamente dónde es que viven, pero sí
puedo decirte con cierta aproximación donde es, el lugar exacto tendrás que
encontrarlo tú mismo.
-Eso sería de mucha ayuda,
muchas gracias.- Le respondió Arnold
-Una cosa más si no es
molestia Sr. Hombre Paloma.- Agrego Helga.- Como Arnold dijo, no separamos de
nuestro grupo, y la verdad estoy muy preocupada- ¿Usted no sabe cómo
encontrarlos?
-Bueno, creo que eso podría ser
más fácil que encontrar a los Ojos Verdes, las aves vieron hace algunas horas a
un grupo de cuatro personas viajando río arriba.
-¿Cuatro personas y río
arriba? Deben ser ellos- Dijo Arnold emocionado, que ni siquiera se preguntaba cómo
es que el Hombre Paloma entendía a las aves.
-Me da gusto poder ayudarte
Arnold, y a tu amiguita, tú me ayudaste mucho en una ocasión, y siempre te estaré
agradecido. Te hare un nuevo mapa, con la ubicación de donde más suelo ver a
los Ojos Verdes, y por la mañana las aves te llevaran con el resto de tus
amigos, es lejos, pero mientras solo sean ustedes dos, creo que podrán cargarlos
hasta ahí, una vez con tu grupo, me temo que mis aves ya no podrán ayudarlos.
-Enserio se lo agradezco
mucho.- Dijo Arnold casi al borde del llano.
Helga estaba igual de aliviada
y feliz, por primera vez en un buen tiempo, ambos chicos se sentían a gusto, y
a salvo, además de llenos de optimismo.
-Bueno, será mejor que descansen,
esta noche, mañana tendrán un día largo, y estoy seguro de que están muy
cansados de todo lo que les ha pasado hoy.
-Gracias, enserio.- Le respondieron
Arnold y Helga.
El hombre paloma regreso a
dentro de la casa del árbol, y fuera solo quedaron Arnold y Helga, el sol se
estaba metiendo, y el atardecer caí sobre la jungla que se veía en su bastedad
desde donde estaban.
-Y muchas gracias a ti también Helga, por un momento creí que no lo lograría, pero tu me regresaste la
confianza.- Le dijo Arnold, con una sonrisa en el rostro.
-Bueno, tu sueles ser el
optimista… supongo que solo necesitabas que te lo recordaran.- le respondió la
niña mientras le regresaba la sonrisa.
-Si… Bueno, aun así muchas
gracias Helga, tenas razón, hemos llegado hasta aquí, y ahora estamos aún más
cerca, llegamos hasta aquí, Juntos, y encontraremos a los Ojos Verdes, no hay
nada que no podamos juntos.- Dijo Arnold,
lleno de optimismo y admiración por su amiga.
Los dos se miraron por un
momento, y repentinamente recordaron que hasta hace unas horas estaban
avergonzados, y ese sentimiento regreso, ambos se sonrojaran y comenzaron
tratar de cambiar el tema.
-Yo, bueno… Creo que veré como
hace el mapa el hombre paloma.- Dijo Helga buscando una excusa para dejar la incómoda
escena.- y se metió a la caza del árbol.
Solo Arnold quedo afuera, había
muchas cosas en su mente, y ver como se metía el sol, y salía la brillante luna
le ayudaba a pensar, sobre sus padres, sobre la jungla, sobre el hombre paloma
y sobre Helga, ¿Qué sentía por ella? ¿Lo que sentía era solo porque le había salvado
la vida? ¿O algo más? ¿Se sentía diferente ahora que sabía que él le gustaba a
Helga?
Y ahí se quedó Arnold, mirando
a la luna, buscando guía en su resplandor.
me encanto sigue
ResponderEliminarme encanto sigue
ResponderEliminarmuchas gracias por comentar, espero tener el próximo pronto
EliminarAguante Arnoldo, carajooo. ¡Larga vida al cabeza de balón! Buenos capítulos. ;)
ResponderEliminarjeje, gracias
EliminarDónde continua?
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