Esta vez traigo otro cuento corto que escribí hace ya un tiempo
Día Importante
Shawn Feeny se había levantado temprano, después de todo era un día importante, tal vez el más importante, todas sus últimas acciones llevaban únicamente a este punto y era necesario resolverlo, aunque tal vez él lo hubiera preferido de otro modo.
La habitación aunque pequeña no era realmente desagradable, una tonalidad gris suave, una cama no muy confortable pero cómoda al fin de cuentas, uno o dos libros en un estante, algunas fotografías en la pared y una vista al mar por la ventana.
-es el momento -dijo una voz fuera de la habitación.
-en seguida voy - contesto rápidamente, no podía posponerlo más y lo sabía.
El hombre fuera del cuarto abrió la puerta acompañado por otros dos sujetos algo inexpresivos pero vestidos uniformemente sin una sola arruga en la ropa.
-¿con que el día es hoy? Susurro una voz en otro recinto.
-Efectivamente, realmente no deseaba hacerlo, pero hay ocasiones en que uno simplemente no puede decidir- contesto jovialmente Feeny.
Los hombres lo escoltaron hasta la salida del edificio. El cielo estaba claro, sin una sola nube a la vista, el sol de la mañana sin duda indicaba que estaban por dar las ocho en punto dentro de poco. Caminaron por un largo camino alrededor del edificio, se encontraban en una playa bastante Hermosa aunque algo desolada .Legaron al fin a su destino cerca de la pared más amplia del lugar, ya había gente esperándolos, igualmente bien vestidos como era costumbre para el evento.
-¿Es hora del gran festín que suele preceder tan importante ceremonia?- pregunto Shawn con un tono un tanto irónico en la voz.
El hombre de la ropa más pulcra de todas se levantó y mando a traer una mesa repleta de ostentosos platillos de lo más finos. Comió sin mucha prisa; aunque elegante la comida en realidad no era muy deliciosa... ¿o fue que a él no le pareció?
Una vez terminada la comida era hora del gran evento.
-Por favor ocupe su lugar- dijo el hombre mejor vestido de todos.
Shawn se paró en frente de todos cruzo los brazos detrás de la espalda, levanto el mentón y cerró los ojos. Justo a tiempo para no ver.
-¡Alcen armas! ¡Preparados! ¡Listos! ¡Fuego! -grito el coronel, sin que el uniforme se arrugara en lo más mínimo.
