El día era caluroso, al menos no
el más caluroso que habían visto, cosa que se daba a agradecer. Pero un
problema había surgido.
Ahí muy lejos de cualquier cosa,
en medio de un bello cerro, en una jornada de trabajo, la camioneta ya no dio más.
Dos personas que de rocas sabían mucho,
pero de automóviles poco más que nada, se vieron en una situación de lo más
mortificante, el sol estaba alto, pero pronto bajaría, tal vez fuese necesario
dormir en medio del cerro.
Pero por fortuna, apareció un
hombre, que sin más decidió entrar en ayuda, sin pedir nada a cambio, tomo su
camioneta, y jalo la de los geólogos, sacándolos
del aprieto.
Este corto relato, lo escribo en base a una experiencia personal ocurrida hace unos días, y lo hago en formo por agradecer y hacer homenaje a esa buena gente que es la que vive en el campo, pues el paso del tiempo le enseña a uno, que la humanidad, la honestidad y la bondad de esta gente, no tiene igual en ningún otro lado.
mi campo de trabajo me hace entrar en contacto con esta gente muy seguido, y uno descubre que son un tipo de gente que no encontraras en una ciudad, siempre dispuesta a ayudar a quien sea, y dar lo que tienen (aunque en muchas ocasiones sea muy poco.)
Es bueno poder conocer a estas personas.
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