Lo
recuerdo bien… Durante varias semanas no escuche más que estallidos durante el día,
las trincheras retumbaban horriblemente con cada uno de esos estallidos. Para
empeorar las cosas cada noche era más fría que la anterior, pero esa noche, esa
noche fue especial.
Veamos…
¿Por dónde debería comenzar?... Por supuesto, esa noche no había nada que
deseara tanto como un cigarro, las provisiones que el Káiser mandaba eran escasas, todos teníamos hambre,
todo el tiempo, y creíamos que en la trinchera francesa no estaban mejor. Pero
por alguna razón nunca faltaban cigarrillos, bueno a nadie salvo a mí. Cada día
la guerra me ponía más nervioso, en toda ocasión en la que el fuego cesara,
aunque fuera solo por unos minutos yo encendía un cigarrillo, hasta que al fin
se terminaron, fue por ese que durante esa noche recorrí la trinchera en busca
de alguien que no extrañara un triste cigarro.
El
cielo se ponía cada vez más oscuro, y las estrellas cada vez más brillantes,
recuerdo que pensé en a ironía que resultaba de eso. Recuerdo que los ánimos
estaban mezclados, la guerra estaba tan congelada como el agua de las
cantimploras por las noches, ni los franceses ni nosotros avanzábamos, los franceses
tenían el apoyo inglés, supongo que de no ser por eso, habrías terminado en
poco tiempo, pero siempre que lográbamos avanzar algo hacia el frente, al poco
tiempo lograban hacernos retroceder, y lo mismo pasaba cuando eran ellos los
que avanzaba, fue por eso que la guerra duro tanto, aunque para nuestra pena,
era solo el primer año de guerra, claro que nunca imaginamos que duraría tanto,
fue horrible, en ese tiempo algunos ya habíamos
perdido gente en la guerra, ya fuera en el frente franceses el que me
encontraba o en el frente ruso, y eso es algo que te afecta todo el tiempo.
Tierra de nadie se extendía entre nuestras trincheras y las enemigas como un
valle muerto, daba la impresión de que todo lo que entrara ahí se congelaría por
el aliento de la muerte que se podía respirar en el ambiente, sin embargo la
realidad era que moriría quemado, y no congelado, quemado por el ardor de las
balas y explosivos.
Si,
esa era la razón de los ánimos decaídos, pero ese día había ánimos mezclados,
algunos se veían de buen humor, supongo que por las fechas.
Las
noches solían ser tremendamente silenciosas, yo y la mayoría de los hombres permanecíamos
en silencia cuando nos tocaba hacer la guardia, y si no era así simplemente tratábamos
de dormir un poco, pero esa noche… Fue diferente. Inicie mi búsqueda por un cigarrillo, cuando la
noche se puso más brillante, y lo primero que note fue ruido… o bueno, lo que
para nuestros estándares, en los que solo había silencio en las noches, podía ser considerado ruido, eran más bien
murmullos los que se escuchaban por aquí y por allá . si bien la noche era
brillante, no dejaba de ser de noche y no podía ver bien, que era lo que
pasaba, pero pasado un rato algunos hombres encendieron algunas lámparas, otros
se pusieron a jugar a las cartas, varios metros adelante, estaba un hombre
mostrando la foto de su esposa a otros soldados, yo la vi, la recuerdo, no era
una mujer muy bonita, pero en ese momento creí que bien podía ser un ángel,
mandado del cielo, pero continúe caminando, ninguno de esos hombres me dio un
cigarrillo.
Un
poco después ocurrió otra de cosa insólita, la segunda de esa noche, oímos ruido
proveniente de la trinchera francesa, el Sr. Comandante, un hombre recto, y de carácter
duro nos mandó a guardar silencio.
-Seguramente
es una nueva treta, quieren confundirnos y distraernos.
Guardamos
silencio durante un tiempo, pero pasado un rato los franceses no dieron señal
alguna de hacer algo más que hablar entre ellos, y nosotros reiniciamos
nuestras propias charlas.
Mas
entrada la noche yo seguía buscando un cigarro, pero encontré otra cosa,
algunos hombres desempacaron botellas de sidra, el Káiser las había mandado,
para mostrar a los civiles que se preocupaban por los hombres en el frente, sin
embargo los oficiales las guardaron como reserva, algunos oficiales debieron ceder
a las peticiones de los hombres para abrirlas ese día, otra cosa insólita, rara
vez un oficial accede a las peticiones de sus soldados. Se reunieron y
bebieron, yo bebí con ellos, y pasado un tiempo, bueno no estábamos ebrios, era
muy poco alcohol para eso, pero por alguna razón comenzaron a cantar, fue aún más
raro cuando note que yo cantaba con ellos. Algún oficial trato de callarnos
pero no lo logro, en otras parte de la trinchera otros grupos cantaban también,
la situación era cada vez más extraña, hasta que de repente un hombre salió de
la trinchera y se asomó por tierra de nadie, le grito algo a los franceses y
regreso a la trinchera, todos guardamos silencio, incluso nuestros superiores estaban atónitos. Desde la
trinchera francesa se escuchaban ruidos más fuertes que antes. Por un momento creí
que las cosas extrañas de esa noche habían terminado, y que el silencio que
gobernaba por las noches regresaría, y todo volvería a la normalidad.
Pero
en medio de nuestro silencio, un soldado francés salió de su trinchera y
exactamente igual que lo había hecho nuestro hombre, se asomó por tierra de
nadie, y nos gritó algo. Recuerdo que el rostro de muchos se ilumino después de
eso, para cuando lo note varios hombres en ambas trincheras hacían lo mismo,
incluso creo que yo lo hice.
Como
era lógico los oficiales nos mandaron a guardar el orden al poco tiempo, creímos
que la cosa terminaría ahí, pero entonces el Sr. Comandante salió de la
trinchera, y camino por tierra de nadie. No hubo una lluvia de balas.
Está
de más decir que eso era insólito, todos miramos con la boca abierta lo que sucedía.
Fue más sorprendente aun cuando un oficial francés hizo lo mismo, no le
disparamos, no sé si por qué no, no lo ordenaron, o no pudimos reaccionar de la
impresión… tal vez simplemente no quisimos. Ambos hombres se reunieron a la
mitad de tierra de nadie y permanecieron hablando ahí por varios minutos.
Después
ocurrió el milagro, el Sr. Comandante y el oficial francés se dieron la mano,
seguido del apretón de manos, se dieron un abrazo, casi fraternal. Y a pesar de
la distancia puede oír claramente al oficial francés decir:
-Joyeux
Noël
Ya saben,
“Feliz navidad” en francés. De un momento a otro todos estábamos en tierra de
nadie, hablando, contando chistes y cantando Villancicos con el enemigo.
Lo
recuerdo bien por que un soldado francés me invito un cigarrillo.
...................................................................
Bueno este cuento, por si alguien se lo pregunta, si bien mi personaje es enteramente ficticio, el evento toma lugar en algo muy real, durante la 1° Guerra mundial, el 24 de diciembre de 1914, soldados enemigos, iniciaron una tregua totalmente espontanea durante la navidad, es un evento que siempre me gusto, y quise escribir algo al respecto
No hay comentarios:
Publicar un comentario