Bueno, con gusto presento un cap mas de mi fanfic, sobre la película de la jungla, como siempre, me tomo mas de lo que quisiera, pero bueno, mejor tarde que nunca.
y ahora una canción de la serie, que me encanta
Capítulo 11
Golpe de realidad
Aún faltaba un poco para el
amanecer cuando Arnold se levantó temprano al día siguiente, y el habría creído
que sería el primero en levantarse, pero se equivocó, Eduardo ya estaba ahí
recogiendo las cosas del campamento para poder partir a primera hora.
-Déjeme ayudarle- Dijo Arnold
acercándose a Eduardo.
-No te preocupes Arnold, ya
casi acabo, mejor empieza a guardar la casa de campaña- le contesto Eduardo sin
prestar mucha atención. Resignado el chico regreso a la casa de campaña donde
despertó a Gerald y juntos comenzaron a empacarla, al poco tiempo las chicas
despertaron e hicieron lo propio con su tienda.
Una vez que todo estuvo
recogido Eduardo le hablo al grupo.
-Bueno niños, anoche repase el
mapa, y me parece que vamos bien encaminados, ahora mismo tomaremos rumbo hacia
el sureste, sin embargo les advierto que ese sector de la jungla es mucho más
espeso aun, y el peligro es mayor del que corremos en esta zona.
Los chicos se
miraron nerviosos, pero ninguno objeto nada y comenzaron a avanzar por detrás
de Eduardo que iba al frente, con el mapa en mano mirándolo intrigado.
-¿sucede algo Sr. Eduardo?- Le
pregunto Arnold al acercarse a él.
-Bueno, la primera parte
resulta relativamente fácil de seguir, tiene referencias que entiendo gracias a
los años que pase en esta selva, sin embargo al adentrarse en la última sección
del mapa, simplemente no logro descifrar a que se refieren algunos de los
símbolos, deben ser puntos de referencia, pero no logro ubicarlos, al menos
dentro de lo que conozco sobre esta jungla.
-Estoy seguro de que cuando
lleguemos ahí lo sabremos Dr. Eduardo.
-Eso espero Arnold.
Sin decir mucho más el grupo
siguió caminando.
…
La clase de la escuela pública
118 estuvo esperando al Sr. Simmons y al Sr. Wartz en el salón del hotel por
varias horas, pero el tiempo paso y ellos no regresaban por lo que finalmente
varios de ellos se fueron a dormir a sus respectivas habitaciones, algunos
pocos se quedaron en la estancia; Rhonda, Harold, Stinky, Sid, Eugine y Nadine
eran quien aún conversaban sobre cómo podía darse la situación.
-Bueno, no creo que esto sea
demasiado grave, el maestro sabe lo que pasa, y Arnold es muy listo, está
bien.- Comentaba Eugine con optimismo.
-Enserio eres tan ingenuo
Eugine, El chico viene a otro país, y se escapa para deambular por la selva.
Una situación como esa, solo puede significar problemas.- Respondió Rhonda con
irritación.
-Me habría gustado mucho ir
con ellos, de seguro verán miles de especies de insecto. Tal vez incluso
especies nueva sin catalogar. ¡Seria fabuloso!- agrego Nadine.
-¡Nadine! Podrías dejar de
pensar en bichos por un momento- le replico Rhonda.
-Yo lo que me pregunto es que
estarán comiendo- dijo Harold.
-La selva está llena de cosas,
que podrían comer… creo.- contesto Stinky.
-¿Qué creen que hagan los
profesores?- pregunto Sid al grupo, que lo miraron algo pensativos, y al final
fue Rhonda quien contesto.
-Simmons dijo que buscaría a
alguien que los llevara a la selva a buscar a los chicos.
-Pero ya tardaron mucho… no
creerán que se adentraran ellos solos a la selva ¿cierto?- Pregunto un asustado
Harold.
Todos se miraron nerviosos
entre sí, a nadie le gustaba la idea de que el Sr. Simmons se adentrara solo a
una selva desconocida. Fue Eugine quien rompió el silencio.
-No creo que pase eso… Estoy
seguro que el Sr. Simmons y Wartz cruzaran por esa puerta en cualquier momento.
Pero no paso el tiempo,
minutos y horas, los chicos siguieron hablando toda la noche hasta que poco a
poco se fueron quedando durmiendo ahí mismo en la lobby del hotel.
Al amanecer el día, se escuchó
la puerta abrirse de par en par en par. Los chicos se despertaron al instante
por aquella ruidosa intromisión, y al desperezarse notaron a Simmons acompañado
de un hombre bajito y un tanto regordete, que llevaba puestas unas gafas para
lectura un robusto bigote.
-Cielos chicos, no me digan
que pasaron aquí toda la noche… debieron ir a dormir a sus habitaciones… En
fin, este es el Doctor Ruben Castro de la universidad de San Lorenzo, quien me
guiara por la selva para encontrar a Arnold.
-Buenos días jovencitos. Es un
placer- Saludo el Dr. Castro.
-El Doctor Castro, se ofreció
amablemente a ayudarnos en nuestro predicamento- Dijo el Sr. Simmons.
-No es ningún problema
profesor. To debo de ir a la selva a realizar algunos trabajos de campo, y la
misma no es lugar para uno niños, con gusto le ayudare a buscarlos. Son chicos,
no pueden haber ido demasiado lejos aún.
Ahora Simmons, le recomendaría armar un
equipaje, no creo que tardemos demasiado, pero es necesario.
-¡Oh! Claro, si, iré arriba a
hacerlo… Chicos, como es natural, ustedes tienen que quedarse aquí, el Director
Wartz, me acompañara a mí y al Dr. Castro, y ustedes estarán saliendo con una guía
de turistas, mientras nosotros estemos fuera.
Dichas esas palabras, los
chicos no tardaron en protestar todos a la vez.
-Pero Profesor Simmons
¡Nosotros debemos ir!
-No, no deben, podría ser
peligroso, y ya sus compañeros están en peligro, no podemos arriesgarnos a que
ustedes también lo este.
-Pero…
-Nada de peros, por favor
chicos, deben entender, por favor vallan a sus cuartos y prepárense para la excursión
turística de hoy.
-Bien…
Los chicos salieron de la habitación,
para dirigirse al ascensor, mientras Simmons hablaba con el Dr. Catro. Una vez
en el elevador Sid hablo.
-Los seguiremos ¿Cierto?
-Puedes contar con ello- le
contesto Rhonda
…
El grupo de Arnold había avanzado
sin detenerse hasta pasar el medio día, estaban en una zona de la jungla muy espesa, y
Eduardo que iba al frente se veía en dificultades al tratar de abrirse el paso
entre las plantas con el machete.
Gerald que iba justo detrás de
Arnold siguiéndole el paso rompió el silencio, que esta imperturbable desde
hace más de una hora.
-Enserio que hace calor aquí,
Arni, mi agro se está deshaciendo.
Y no era mentira, su cabello
que generalmente era dos veces más alto que su cabeza, se encontraba ahora casi
lacio, y demostrando que era bastante más largo que de lo que sus compañeros pudieron
imaginar en su templada ciudad.
-En esta época del año,
debemos estar a unos cincuenta y dos grados centígrados, niños, no dejen de
tomar agua, o correrán peligro de deshidratarse.- Comento Eduardo sin dejar, de
luchar contra la maleza que le hacía frente incansablemente.
-Tal vez debiste pensar en
cortarte esa mata que llevas por cabello, antes de venir aquí, cabeza de
cepillo- Agrego Helga para rematar la observación de Gerald.
-Pues yo creo, que el calor,
aunque fuerte, no es tan desagradable.- Comento Lila.
-Ciertamente, es bastante
intenso, pero al paso que vamos, y con los líquidos que estamos tomando, no veo
que sea un obstáculo a vencer.- Termino Phoebe.
-Bueno, aun así me gustaría que
ustedes regresaran, no quiero ponerles en dificultades por cosas mías.- Dijo
Arnold.
-No comiences de nuevo Arni,
estamos contigo en esto- le contesto bruscamente Gerald.
-Cabeza de cepillo tiene,
tiene razón, cabeza de balón. Ya estamos aquí, ya nos metimos en esto y ahora
seguiremos esta cosa hasta el final ¿Entendiste?- Respondió Helga
-Bien bien, solo quería recordarles
que no tienen razón para hacer esto.- Dijo Arnold para zanjar la conversación,
sobre el calor, y que sin querer había dirigido en su contra.
-Chicos más adelante debería haber
un rio, cuya orilla debe estar más o menos despejada, por lo que creo que sería
un buen lugar para descansar un poco y tomar una comida.
-Me parece una idea perfecta,
Sr. Eduardo.- Comento Lila.
Siguieron de frente por un
rato más, hasta que por fin Eduardo tiro un muro de enredaderas, dejado al
descubierto un pequeño llano a la orilla de un rio que se cuyo ancho abarcaba
varios metros.
-Cielos, la corriente parece
fuerte.- Dijo Phoebe, que miraba impresionada la fuerza con que el agua pasaba
por el cauce.
-Es uno de los ríos
principales de la zona, abarca kilómetros, y en algún punto del sur se une al cauce
del Amazonas.- Le dijo Eduardo que igual veía el rio con una sonrisa en el rostro,
pensando en la inmensidad del mismo.
El grupo se sentó a la orilla
del rio, para comer, y conversar por un rato, casa que tal vez se prolongó más
de lo que debía, pues para cuando se dieron cuenta el sol, ya estaba dando
señales de querer bajar.
-Sera mejor que continuemos
chicos, no es bueno acampar tan cerca de un rio con este cause.- Dijo Eduardo mientras se levantaba.
Pero en el momento en que
levanto la mirada, noto algo entre las plantes frente a él, algo que igualmente
le devolvió la mirada. Unos enormes ojos amarillos, entrecerrados y con pupila
de rendija, que parecían acercarse lentamente. Instintivamente tomo su machete
del suelo.
-¡Niños! Quédense detrás de mí
y no se muevan.
Los chicos que aún no notaban
nada, estuvieron a punto de preguntar por qué, pero en ese momento lo vieron
salir.
Un enorme jaguar, del amarillo
más vivo que jamás habían visto, repleto de hermosas manchas negras que formaban
aros al redor de pelaje ligeramente naranja. Se acercaba lentamente, al pequeño
campamento que habían hecho para comer.
-Debe haberlo atraído el olor
a comida. No se muevan ni hagan ruido bruscamente. Generalmente no suelen tener
razón para atacar personas.- Les advirtió Eduardo mientras los mantenía atrás con un
brazo, y en el otro sujetaba el machete.
El jaguar se acercó lentamente
hacia donde están los rostros de la comida, casi sin fijarse realmente en el
grupo de personas que tenía tan cerca, olfateo e incluso mordisqueo algunas cosas.
Pero nada pareció complacerlo; fue entonces cuando se fijó en los chicos,
quienes retrocedieron lentamente a la vez que el jaguar se acercaba, como
decidiendo que es lo que quería hacer a continuación.
Todo se descontrolo muy rápidamente,
de alguna forma, una roca arrastrada por el rio debió golpear a otra con tan fuerza
que salió despedía del mismo, y dio justo en el costado del jaguar, que tan
concentrado como estaba, no se percató que no fueron las personas que tenía
enfrente quienes lo atacaron, y finalmente tomo una decisión. Puso toda su
fuerza en las patas traseras y brinco al ataque contra el grupo.
Eduardo empujo a los niños
hacia un lado, para esquivar el salto del jaguar, pero esto se recuperaba más rápido
que ellos, y cuando apenas se estaban levantando este ya estaba listo, para arrojarse
de nuevo.
-¡Corran!- Grito Eduardo a los
niños mientras sujetaba el machete, y arremetia contra el jaguar.
Pero el animal era ágil y esquivo
el contra ataque de Eduardo, a tiempo para darle un zarpazo en una pierna,
Eduardo grito estruendosamente. Y Arnold que era el que iba más atrás de los
chicos que habían dado a correr como Eduardo les pidió se dio la vuelta al
instante.
-Sr. Eduardo ¡Ya voy!
-¡No Arnold! Es peligroso,
sigue corriendo- le grito Eduardo mientras se cubria de una mordida del jaguar
con el machete.
Pero Arnold no dejo de correr
hacia Eduardo, y al poco tiempo los demás chicos hicieron lo mismo. El chico
con cabeza de balón tomo una roca del suelo, y la arrojo al jaguar. Los demás hicieron
lo propio.
El depredador decidió, que los
chicos eran un mayor problema que Edurado y comenzó a correr en su dirección.
Esto le dio a Eduardo el tiempo de levantarse, y también tomo piedras, que
arrojo contra el animal.
Por un momento ser atacado
desde dos flancos desconcertó al animal, que no supo en qué dirección atacar. Pero
decidió que Eduardo volvía a presentar la mejor opción y al poco tiempo volvió a
arremeter contra el hombre. Sobre el que se abalanzó nuevamente, y con sus
patas delanteras tumbo a Eduardo en el suelo, el hombre a sabiendas de que una
sola mordida del animal seria su fin, le sujeto el hocico, para que ni pudiera
lanzar mordidas.
Pero las garras del animal también
eran una poderosa arma, con la que daba zarpazos en los brazos de Eduardo para
tratar de zafar su hocico.
Arnold se quitó la camisa que tenía
puesta, y tomo una de las cuerdas que tenían en la mochila, y corrió en dirección
a donde el mejor amigo de su padre forcejeaba por su vida.
Se acercó por detrás del
animal y esquivando como pudo sus garras uso la camisa como un bozal en el hocico
del jaguar, en el proceso Arnold se unió al forcejeo, pues el nuevo elemento enfureció
aún más al animal que se frustraba cada vez más al no poder abrir la boca.
Arnold tomo la puerta y amarro la camisa a la cabeza del animal, para que no
pudiera quitarse el bozal improvisado.
Cuando Arnold sujeto la
cuerda, lo hizo con fuerza suficiente, para que al jaguar ya no le importara
nada más que deshacerse de ese obstáculo en su boca. Se apartó de los dos, y
con sus patas delanteras trataba desesperadamente de quitarse la camisa del hocico.
-¡Sr. Eduardo, se encuentra
bien!- gritaron los demás chicos que habían llegado al lugar para ver en que podían
ayudar.
-¡Si, si!, me lastimo
principalmente los brazos, nada demasiado grave, pero no tardara en quitarse
eso, será mejor que corramos, y rápido.
El grupo se puso a correr, más
rápido de lo que nunca lo habían hecho en su vida, en dirección río abajo.
Cuando ya le habían sacado varios metros de ventaja, fue cuando el jaguar al
fin se liberó de la trampa. Y comenzó a perseguirlos.
Corrieron, por unos cuantos
minutos, y a cada paso, el jaguar se les acercaba un poco más. Hasta que se
fueron acercando a un meandro del rió, donde dieron vuelta y se toparon con un
enorme tronco tumbado que les impedía el paso, debía de tener al menos dos
metros de diámetro, por lo que debían treparlo para pasar al otro lado, pero en
el tiempo en que lo hicieron el jaguar los alcanzo. El tronco cruzaba de un
lado al otro del río y sin pensarlo el grupo empezó a correr para cruzar por
encima de él.
Los chicos estaban cerca de la
mitad del rio, cuando el jaguar ya estaba a menos de un metro de ellos,
acorralados como estaban no parecía haber una salida.
Con Eduardo al final del
grupo, el jaguar se preparaba para saltar sobre el de nuevo, pero fue aquí,
donde el hombre tubo una idea, sujeto una de las ramas que salía del troco, la
retrajo, y cuando el jaguar salto sobre él, la soltó, golpeando al jaguar con
fuerza y empujándolo fuera del tronco, donde cayó en el agua, y la corriente el
agua lo empujo, lejos de los chicos, que estaban muertos del miedo, y sentían como
la adrenalina comenzaba a bajar, conforme el jaguar se alejaba río abajo.
Los chicos, terminaron de
cruzar el rió, y se tumbaron en el suelo, exhaustos y aliviados. Lila sollozaba
silenciosamente, mientras sacaba el botiquín de primeros auxilios y ayudaba a
Eduardo a limpiarse las heridas. Gerald y Phoebe estaban en la orilla del rio,
mirando en dirección por donde al jaguar lo había arrastrado la corriente.
-Cielos… ¿Crees que se
ahogue?- Pregunto Phoebe preocupada.
-No lo creo, en algún punto
debe poder salir del rio, y con suerte no será cerca de nosotros.- Le respondió
Gerald para tranquilizarla.
-¡Enserio Phebs! ¡Esa cosa casi
nos cena a todos, y a ti te preocupa que no se lastime!- le grito Helga.
-Bueno, es parte de su
naturaleza, no podemos culparlo por comportarse como lo hace.- Le respondió
Phoebe.
-Chicos por favor, no peleen, acabamos
de salir de una situación espantosa- replico Lila mientras vendaba los brazos de Eduardo.
-Ya hablas como el cabeza de… ¿Y
Arnold?- pregunto Helga a la vez que se percataba de la ausencia del chico con cabello
rubio.
-¡¿Arni?!
-¡¿Cabeza de balon?¡
-¡¿Arnold?!
-¡¿Arnold’!
Gritaron los chicos buscando con la mirada a
Arnold.
-¡Por aquí chicos, encontré algo!-
les respondió la voz de Arnold que venía de detrás de unas enredaderas.
El grupo entro, no sin
dificultad por entre tanta hierba, y encontró frente a ellos la entrada a una
cueva, pero no una cueva cualquiera. Estaba tallada hasta el más mínimo
detalle, cada una de las paredes había sido
labrada, y semejaba ladrillos.
Era como una casa construida
dentro de la cueva. La misma tenía una tenue iluminación verdosa, que parecía proceder
de la misma roca caliza, que conformaba las paredes. Al adentrarse más, veían
que además estaba repleta de símbolos, entre los que destacaban lo que parecía un
ojo. Un gran ojo de color verde.
Al legar a lo más profundo de
la cueva, notaron que el brillo provenía efectivamente de la roca, la cual debía
tener alguna propiedad fosforescente, pues su luz era cada vez más intensa. El final
de la cueva era una sala de tamaño medio, con algo parecido a un altar circular
en el centro, ahí estaba nuevamente ese símbolo con forma de ojo.
-Creo que es un altar
abandonado de la gente de los ojos verdes.- Comento Eduardo, que miraba
maravillado cada rincón del lugar.- Significa que vamos bien encaminados.- y
saco el mapa y comenzó a estudiarlo.- ¡Sí! Debemos estar en uno de los puntos
de referencia que no lograba identificar.
-No solo eso, Sr. Eduardo,
este lugar, es idéntico al que describe mi padre en su diario, es el primer
lugar de los ojos verdes que ellos
encontraron.- Agrego un Arnold maravillado por el sitio donde se encontraba, y sintiéndose
más unido a sus padres que nunca.
El grupo inspecciono, el lugar
por un rato más, y luego decidieron que era un buen lugar para dormir, pues la
noche ya se había puesto sobre el cielo
fuera de la cueva. Lila prendió una fogata y procedieron a comer una ligera
cena antes de pasar la noche.
Arnold estaba sentado justo
frente al altar circular, cuando Helga se sentó a su lado.
-Valla día ¿no? Cabe… Arnold.-
comento Helga mirando también el altar.
-sí, que lo fue, sabía que
esto podía ser peligroso, pero creo que no lo comprendí realmente hasta el
momento en que ese jaguar se tiro sobre Eduardo… Yo… no quería meterlos a
ustedes en esto… enserio… tal vez solo deberíamos regresar….
-¡pero de que hablas Aronld!-
le respondió Helga que volteo a ver a Arnold, y vio algo en su rostro que no había
visto nunca, vulnerabilidad. La situación había puesto al chico en una posición
donde el peligro era puramente físico, no solo para el sino para sus amigos, y
la culpa lo invadía dejándolo al borde.
-No te culpes Anrold, nosotros
decidimos, venir aquí contigo, lo que pase, es completamente nuestra
responsabilidad- Lo consoló Helga.
-Es solo que la realidad, me
golpeo fuerte, no esperaba esto a decir verdad.
-¡Vamos! Al final no todo salió
mal, las heridas de Eduardo son superficiales, y mira donde estamos, debemos
estar un paso más cerca de encontrar a la gente de los ojos verdes.
-Tienes razón Helga, enserio
necesitaba escuchar algo como eso, muchas gracias Helga. ¿Sabes? Eres mucho
mejor amiga de lo que nunca aprecie.
Helga sonrió, y se fue a su
bolsa de dormir, Feliz, de haber ayudado a Arnold en un momento tan difícil,
nunca había visto a su príncipe de cabellos dorados tan vulnerable, pero eso
solo le ayudo a comprender un poco más Arnold, y enamorarse aún más de él.
Gracias.
ResponderEliminarwow, muchísimas gracias, por comentar y por leer
ResponderEliminarpor cuestiones de la universidad no he podido dedicarle tiempo al blog, y enserio que he querido tengo varias ideas para el blog, que incluyen la continuación del fic, pero no he podido darme el tiempo, por suerte, pronto descansare un poco de trabajo y entonces podre darme algo de chance para escribir la continuación
muy buena historia, apenas hoy la encontré y ya leí todos los capítulos, solo espero que el próximo no tarde mucho xD, pero igual tomate tu tiempo, tus responsabilidades son primero :)
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